Disciplinar a nuestros hijos e hijas no es tarea fácil. Requiere de mucho compromiso, de pensar con la cabeza, dejando a un segundo plano los sentimientos, y especialmente de actuar con integridad para darles un buen ejemplo.
Nuestros padres y abuelos tenían métodos muy particulares para hacernos entender y que obedeciéramos. Creo que todos recordamos cómo huíamos del cinturón de papá y temblábamos ante los castigos que hoy vemos como “crueles e inusitados”. Pero así de crueles funcionaban.
Sin embargo, cada vez más psicólogos recomiendan no pegarles y utilizar otras medidas disciplinarias. Pero para lograr que éstas sean efectivas es necesario ser firmes y constantes a la hora de utilizarlas.
Una técnica muy común es la de “Tiempo Fuera”. Esta consiste en pedirle al niño o niña que deje de gritar, se siente tranquilamente, se acueste a dormir, se meta a bañar, etc. Cuando no obedece, se comienza el conteo: “a la una”, se espera un tiempo razonable, y si no reacciona o se mantiene firme en su negativa, se cuenta “a las dos”, se le da oportunidad de que realice lo que se le está pidiendo y si no hay la respuesta esperada, se le cuenta “a las tres”. La tercera fue su última oportunidad, ya que ahora hay que ponerlo en “tiempo fuera”.
El tiempo fuera consiste en llevarlo a un lugar designado, el cual debe estar libre de distractores y de cualquier medio que pueda utilizar para diversión, por un período que puede variar de entre 3 a 30 minutos, dependiendo de la edad y madurez del niño(a), así como de la gravedad de la falta cometida. Es importante cumplir con el tiempo determinado y no dejarnos chantajear por sus muestras de arrepentimiento, al momento de castigarlo.
En caso de no estar en la casa, se recomienda llevarlo al automóvil o algún otro lugar que cumpla con el objetivo. Esta parte es más difícil aún, ya que implica perdernos momentáneamente de la diversión, si nos encontramos en una fiesta, en un cine, etc. Es importante ser firmes con el castigo y no permitir que por vergüenza con las personas a nuestro alrededor cedamos ante el berrinche del niño o niña, no lo disciplinemos, y por ende consiga su objetivo. Esto puede funcionar a corto plazo, porque dejará de llorar, pero a largo plazo puede tener serias consecuencias.
Si aplicamos esta técnica siguiendo las recomendaciones anteriores, nuestros hijo(a)s entenderán que sus actos, especialmente su falta de obediencia tienen consecuencias y en ocasiones solamente con decir “a la una”, será más que suficiente, y éstos obedecerán. Recuerda que cada caso tiene sus particularidades y debes usar estas guías, siendo flexibles y utilizando tu creatividad para lograr el éxito.