Un paradigma de la disciplina de las relaciones públicas es que en momentos de crisis hay que dar la cara. Por difícil que sea la situación, esconderse o la trillada frase: “no tengo comentarios”, sólo servirá para empeorar la situación. Es abrir las puertas a los rumores, a la especulación. En una crisis de imagen como tiene el Gobernador actual el tiempo es crucial y su actitud sólo está acrecentando el repudio hacia su persona. Si existe la posibilidad de que se retire con un ápice de dignidad, el tiempo se acaba.
Su actitud recuerda la del Gobernador Manuel Macías Casado, quien, al ver que la derrota de España en Guerra Hispanoamericana era un hecho trató de detener el tiempo, mediante un sablazo al reloj de péndulo que se encontraba en el Palacio de Santa Catalina y que se conserva al día de hoy con la hora 4:28, marcando el fin de la ocupación española en la Isla. Sin embargo, el reloj de Rosselló sigue corriendo y la presión es inmisericorde, haciendo insostenible su permanencia como Gobernador.
La legislatura comenzará mañana, en Asamblea Extraordinaria su proceso, así que, la única manera de evitar mayor daño colateral es dar la cara y pedir nuevamente disculpas, pero esta vez anunciando la tan esperada renuncia, con efectividad inmediata. El pueblo ya no aguanta más, y tampoco su lacerada imagen. Lejos de desprecio y rechazo, con sus acciones sólo logrará odio de parte de un pueblo que está dolido de tanto robo y saqueo acopañado de cinismo de parte de sus gobernantes.
Gobernador, el tiempo se acaba.