Desde los siete años he seguido los procesos electorales, tanto en Puerto Rico, como en muchas partes del mundo. Y uno de los temas que me parece más fascinante son las encuestas y cómo a veces podían predecir el resultado de la elección y a veces no. Otro dato curioso es que siempre el candidato que salía ganando o muy cerca de sus contrincante elogiaba el profesionalismo con el que fue hecha la investigación y cómo reflejaba el “sentir del pueblo”, mientras que el que no salía favorecido, generalmente decía que no creía en encuestas, que “la verdadera encuesta es el día de la elección” y que no refleja lo que se “siente en la calle”.
Pero la pregunta que surge, y de la cual tuve respuesta varios años después es si realmente las encuestas pueden predecir resultado de la elección. Según la Real Academia Española predecir significa anunciar por revelación, conocimiento fundado, intuición o conjetura algo que ha de suceder. De manera simple y resumida (aunque explicaremos con detalle más adelante) las encuestas pueden predecir correctamente quien ganará una elección, siempre y cuando se realice utilizando una muestra representativa, no haya cambios significativos en el comportamiento de los electores y la ventaja sea mayor al margen de error de la encuesta.
Muestra representativa
Las encuestas deben tomar una muestra representativa de la población. Si la muestra no refleja adecuadamente la diversidad de dicha población (en términos de edad, género, etnicidad, ubicación geográfica, etc.), los resultados pueden no exponer el verdadero sentir. Los expertos en realizar encuestas tienen métodos para lograr con precisión estadística dicha muestra. Pero para los que no somos expertos, una manera simple de ver esto es que todas las personas que pueden ejercer su voto, tengan igualdad de oportunidades de ser seleccionadas para la muestra. Muchas veces con sólo 1,000 personas (si la muestra se tomó adecuadamente) se puede conocer lo que piensan millones de personas.
Cambios significativos en comportamiento de los electores
Una encuesta confiable puede decirnos a quién favorecen los electores en determinado momento. Generalmente las encuestas realizadas en fechas más cercanas a la elección pueden predecir mejor el ganador. Escándalos de último minuto, debates y cambios en la campaña pueden hacer una gran diferencia. Por ejemplo, para las elecciones de 2004, la mayoría de las encuestas realizadas en octubre daban una ventaja a Pedro Rosselló frente a Aníbal Acevedo Vilá de entre 2.8% a 5%. La encuesta que le daba un 2.8% representaba un empate estadístico, ya que estaba dentro del margen de error de aproximadamente 3%. Aunque no se puede descartar tampoco la valides de las que daban un 5% de ventaja, hubo un factor, a mi parecer determinante, y fue el hecho de en las últimas semanas antes de la elección Aníbal Acevedo Vilá logró consolidarse como líder de su partido y convenció a la gran mayoría de los votantes que no querían a Pedro Rosselló nuevamente en La Fortaleza, que él era la mejor alternativa. Asimismo, Rosselló, en un debate llamó “alacrán” despectivamente a Acevedo Vilá y éste aprovechó la situación para convertir ese “insulto” en un “atributo” positivo. Finalmente, Acevedo Vilá prevaleció por cerca de 3,000 votos (0.02%) de ventaja. Sin embargo, esa ventaja fue cuestionable, ya que si se invalidaban los llamados “pivazos”, la ventaja era de Rosselló. Estos votos eran de personas que votaron bajo la insignia del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y por los dos candidatos del Partido Popular Democrático (PPD) en esa papeleta. Este tipo de votos, según algunos manuales de adjudicación de votos de la Comisión Estatal de Elecciones equivalían a votar de manera íntegra por el PPD y por el PIP, simultáneamente, lo cual se consideraba un voto nulo. Sin embargo, los tribunales adjudicaron esos votos al líder popular.
Otro ejemplo de cambios de último minuto fue en las elecciones del 1988, en las que Baltasar Corrada del Río reducía constantemente la ventaja del incumbente Rafael Hernández Colón, con una tendencia que debía darle la ventaja para el día de las elecciones. Sin embargo, Hernández Colón, en una movida genial, rechazó participar en un debate convocado por Corrada, y a última hora, se apareció en el estudio, mientras transmitían en vivo, logrando que el factor sorpresa fuera decisivo en quién ganaría el debate.
Margen de error
Todas las encuestas tienen un margen de error, que es una medida de la incertidumbre de los resultados. Un pequeño margen de error generalmente indica resultados más confiables, pero siempre hay un grado de incertidumbre. Este margen ronda en un 3% en encuestas realizadas por profesionales.
Participación electoral
Este es otro factor que puede influir en el resultado y que las encuestas no pueden predecir con precisión quién realmente irá a votar.
En conclusión, las encuestas deben verse como instrumentos de trabajo, que muestran el sentir de los entrevistados en determinado momento. También se pueden usar como entretenimiento para comparar el resultado de éstas con el de la votación final.