
En una decisión que ha generado alarma en los mercados internacionales, el presidente Donald Trump, anunció la imposición de aranceles del 30 % a todas las importaciones provenientes de México y de la Unión Europea. La medida, que entrará en vigor el 1ro. de agosto, ha sido presentada como parte de una nueva ofensiva comercial para, según el mandatario, “restablecer el equilibrio económico” y proteger la industria estadounidense.
La Casa Blanca argumenta que la Unión Europea se ha beneficiado durante años de un acceso desigual al mercado estadounidense, mientras que responsabiliza a México de no hacer lo suficiente para detener el tráfico de fentanilo y la inmigración irregular. En cartas dirigidas tanto a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, como a la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, Trump planteó la posibilidad de exenciones para empresas que trasladen su producción a territorio estadounidense o si se logran acuerdos bilaterales antes de la fecha límite.
La respuesta no se hizo esperar. Líderes europeos calificaron la decisión como “unilateral, injustificada y peligrosa” para las cadenas de suministro globales, advirtiendo que se están preparando represalias comerciales. Desde México, el gobierno expresó su “profundo rechazo” a la medida, al considerar que castiga a sectores productivos que nada tienen que ver con la crisis del narcotráfico, y anunció que buscará entablar un proceso de diálogo con la administración estadounidense para evitar un deterioro mayor en la relación bilateral.
Esta escalada comercial recuerda los inicios del mandato de Trump, cuando impuso tarifas a productos chinos y renegoció acuerdos como el NAFTA. Pero ahora el escenario es aún más delicado: Europa enfrenta una desaceleración económica y México es el principal socio comercial de EE.UU. desde 2023. Los analistas advierten que esta decisión podría generar inflación en territorio estadounidense, especialmente en sectores como el automotriz, agrícola y tecnológico, que dependen en gran medida de componentes importados.
Además del impacto económico, la medida tiene claras connotaciones políticas. Trump busca consolidar su imagen de “defensor de los intereses nacionales” de cara a las elecciones intermedias, y su estrategia parece estar diseñada para presionar a gobiernos aliados que considera “blandos” en temas de seguridad y comercio.
Mientras tanto, empresas en ambos lados de la frontera se preparan para el impacto. Muchos temen una nueva guerra comercial con efectos impredecibles, justo cuando la economía global aún se recupera de los efectos de la pandemia y la inestabilidad en Medio Oriente.