¿POR QUÉ MUCHOS AUTISTAS ‘ACTÚAN NORMAL’ Y A QUÉ COSTO?

“Te ves normal”.
“Es que tú no pareces autista”.
“¿Y por qué hablas tan bien si tienes autismo?”

Estas frases, que a menudo se dicen con buenas intenciones, revelan un malentendido profundo sobre lo que significa ser una persona autista. Muchas veces, lo que se percibe como “normalidad” no es más que una estrategia agotadora y constante: el masking, o enmascaramiento.

El masking es el esfuerzo consciente (o aprendido) que hacen muchas personas autistas para imitar comportamientos neurotípicos. Esto puede incluir copiar gestos, reprimir impulsos naturales como los stims (movimientos repetitivos), forzar contacto visual, o practicar conversaciones sociales como si fueran un libreto. Lo hacen para encajar. Para no ser rechazados. Para evitar el acoso. Para sobrevivir.

Camuflaje desde la infancia

Muchos autistas, especialmente niñas, aprenden desde temprano a camuflar sus diferencias. Esto ha llevado a generaciones enteras a pasar desapercibidas para los diagnósticos clínicos. El resultado: adultos que llevan años sintiéndose “raros”, “equivocados” o “fuera de lugar”, sin saber por qué.

Un estudio de la University College London reveló que el masking es más común en mujeres autistas, y que está directamente asociado a altos niveles de ansiedad, depresión e incluso ideación suicida. El costo emocional es altísimo: vivir cada día como si uno actuara un papel.

¿Por qué lo hacen?

Porque la sociedad lo exige. Desde la escuela hasta el trabajo, lo que se premia es la conformidad, no la autenticidad. El sistema educativo, por ejemplo, muchas veces corrige al estudiante autista por “no mirar a los ojos”, en lugar de entender que esa conducta puede resultar invasiva o dolorosa para esa persona. En el mundo laboral, lo diferente aún se castiga, aunque se hable de inclusión.

Un llamado a la empatía real

El masking no es una solución: es un síntoma del problema. La verdadera inclusión no debería exigir a nadie que se esconda o reprima quién es para ser aceptado. Implica entender que hay múltiples formas de comunicarse, de sentir, de pensar y de estar en el mundo.

Las personas autistas no necesitan “actuar normal”. Lo que necesitan es un entorno que no las obligue a hacerlo.