
Puerto Rico vive este verano un fenómeno fuera de lo ordinario: la residencia de Bad Bunny en el Coliseo José Miguel Agrelot, que no sólo ha revolucionado el entretenimiento local, sino que está transformando la dinámica económica del turismo y los negocios en San Juan y más allá.
Más allá de la música: cifras que hablan
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Según un estudio del Municipio de San Juan, entre el 11 de julio y el 14 de septiembre, la residencia generará aproximadamente $344 millones en actividad económica. Ese monto incluye gastos directos ($267 M), indirectos ($20 M) e inducidos ( $57 M), traducidos en 3,352 empleos creados: 2,697 directos, 183 indirectos y 472 inducidos
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Se prevé que los recaudos fiscales supere los $30 millones, provenientes de contribuciones sobre salarios e ingresos corporativos, concentrándose principalmente en San Juan.
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Además, fuentes como Discover Puerto Rico estiman unos $200 millones de impacto, con más de 30,000 noches de hotel ocupadas y $25 millones en valor promocional global.
Turismo con ritmo urbano
La expectación global generada ha estallado en reservaciones: grandes vuelos a SJU se duplican, con un aumento del 10 % en pasajeros y un crecimiento del 11 % en ingresos por alojamiento, sumando $647 millones en el primer trimestre del año. Julio, agosto y septiembre anticipan ocupaciones récord, propulsados por el efecto Bad Bunny.
Un impulso a la industria creativa
Este suceso no solo genera movimiento turístico: refuerza la imagen de Puerto Rico como polo de la economía creativa, sector que según Invest Puerto Rico representa unos $8.7 mil millones en producción anual, $4.1 mil millones de valor agregado, y da empleo a más de 87,000 personas. La capacidad del Coliseo para albergar 30 conciertos ofrece además una ventana para que estas industrias ganen visibilidad y respaldo.
Beneficio a múltiples sectores
La llegada masiva de visitantes ha empujado a sectores locales a reinventarse: restaurantes, spas, tours, artesanos y servicios complementarios diseñan experiencias pensadas en los fans. Incluso las inversiones en bienes raíces parecen repuntar: se reportan alzas de hasta 200 – 300 % en alquileres temporales durante la residencia.
¿Un modelo sostenible?
A pesar del boom, surgen interrogantes sobre sostenibilidad y equidad: ¿puede sostenerse este dinamismo sin presionar a los residentes locales ni a la infraestructura? El reto ahora es capitalizar este impulso sin generar inflación, desplazamientos o desgaste cultural.
Bad Bunny ha logrado algo más que llenar un coliseo: ha inyectado cientos de millones a la isla, revitalizado sectores paralizados por la estacionalidad y colocado a Puerto Rico nuevamente en el mapa del turismo global, esta vez con un sello urbano y cultural. Para que este momento tenga continuidad, será clave canalizar ganancias en infraestructura sostenible, diversificar experiencias y resguardar la esencia local.